Casos prácticos

El fraude:

Una empresa multinacional de mensajería. Las leyes locales relativas a la propiedad de las empresas significaban que la operación libanesa era una empresa conjunta. La empresa llevaba una contabilidad separada, con informes mensuales a la sede regional de la multinacional.

El autor era contable jefe. Entre otras tareas, era responsable del mantenimiento y la conciliación de una cuenta interna para los derechos de aduana - pagaderos localmente sobre las mercancías enviadas por mensajero. No era signatario de la cuenta bancaria, pero se encargaba de preparar las instrucciones de pago bancario para su firma y de contabilizar los pagos efectuados. Sólo se requería una firma, la del director nacional, que también era accionista de la empresa conjunta.

A lo largo de 13 meses, el contable organizó 55 pagos fraudulentos, algunos con firmas auténticas y otros con firmas falsificadas. Todos se contabilizaron como efectuados a un agente de aduanas y la conciliación se falsificó para ocultar el creciente déficit. En realidad, los pagos se habían girado a favor de un cambista y el empleado los utilizó para adquirir divisas, por valor de varios millones de dólares.

El descubrimiento se produjo después de que el contable desapareciera sin más y unos estafadores de África Occidental intentaran localizarlo en su lugar de trabajo. Resultó evidente que el propio autor había sido víctima de un fraude.

Interpol le siguió hasta Holanda, pero finalmente fue localizado por investigadores privados en Londres. Las investigaciones confirmaron que más de 400.000 dólares de la recaudación habían ido a parar a estafadores de África Occidental, que habían prometido ingresar una importante cantidad de dinero en su cuenta, pero primero necesitaban fondos ellos mismos.

Parece que ese fue el detonante del fraude. Utilizó los fondos de su empresa para pagar a los estafadores y llegó a reunirse con ellos en Ámsterdam para intentar cobrar el pago prometido. Al darse cuenta de que le habían engañado, continuó con el fraude y trató de conseguir lo suficiente para instalarse en Europa.

Características de riesgo:

• Los asuntos financieros de la empresa conjunta se supervisaban desde una oficina regional en Bahréin, pero no mediante un sistema contable plenamente integrado.
• No se realizaban auditorías internas anuales. La rentabilidad hacía que la empresa se percibiera como de bajo riesgo. Las auditorías realizadas se centraban más en los procedimientos que en la verificación de los saldos contables.
• Una segregación ineficaz de funciones en la empresa conjunta concreta.
• El régimen fiscal y la contabilidad asociada a los derechos de importación eran específicos del Líbano, y ni el personal de la sede central ni la dirección regional los comprendían del todo. Todo ello, unido al enorme volumen de transacciones de la cuenta, permitía al empleado ocultar el creciente déficit acumulado provocado por las malversaciones.
• El descubrimiento era inevitable, ya que afectaba al balance y no a la cuenta de pérdidas y ganancias. Pero si el empleado no hubiera huido, ¿cuándo habría ocurrido?
• Problemas para rastrear las ganancias a través de varios países.
• Dificultades para reclamar el cobro al banco, a los beneficiarios de los pagos y a los auditores externos.

Soluciones:

• Integración de sistemas contables para empresas conjuntas y filiales.
• Comprender las actividades propias de un determinado grupo empresarial.
• Realizar una revisión efectiva del balance, en particular de las cuentas transitorias y otras cuentas internas, en lugar de centrarse en los ingresos y la rentabilidad.
• Garantizar una separación efectiva de funciones, algo que estaba en vigor en todas las filiales pero no en esta empresa conjunta en particular.
• Interrumpir el uso de instrucciones escritas al banco.
• Revisión contable eficaz desde la sede central y a través de la dirección regional.